martes, 13 de septiembre de 2011

¿Qué Tienes en Casa?


Hace unas noches estaba leyendo una historia Bíblica a dos de mis hijas pequeñas antes de dormir.  La historia se encontraba en una Biblia para niños con dibujos y lenguaje muy sencillo.  Pero Dios usó la sencillez del lenguaje para impactar mi vida.  Iba leyendo como si nada, ansiosa de acabar y poder descansar yo, cuando su mensaje fue como un rayo del cielo directo a mi corazón.

La historia era del profeta Eliseo (2 Reyes 4:1-7).  En esta historia Eliseo se encuentra con una viuda muy triste quien le debe un dinero a un señor.  Su preocupación es que si no paga ese dinero el cobrador ha amenazado con quitarle a sus hijos para volverlos en esclavos y asi cubrir la deuda.  Pero, siendo una viuda no tiene un fuente de ingresos de donde pagar la deuda.  Es posible que la deuda fue una inversión que habia hecho su esposo cuando estaba vivo y que él lo hubiera podido pagar sin problema con su mismo negocio, cosa que la mujer ya no tiene a sus disposición.  O, cabe la posibilidad que la deuda era de los mismos gastos funerales de la muerte de sus esposo.  ¡Imagina!  Además de estar sufriendo la muerte de su esposo y haber quedado sola para criar a sus dos hijos en medio de una cultura en la cual, sin esposo, ella quedó sin trabajo, sin ingresos y sin protección, ¡ahora vive con la constante presión de pagar una deuda o perder a sus hijos también!


Así que, ella acude a Eliseo, habiendo escuchado que es un hombre de Dios.  Eliseo la escucha con atención y luego responde con una pregunta que impactó la vida de ella para siempre, y la mía también:

“¿Qué tienes en casa?”  

 ¿Qué tienes en casa?  ¡Creo que con esta pregunta le surgió una gran esperanza en la vida de esta viuda!  “¿Quieres decir que ya tengo la solución a mi problema en mis manos?”  Junto con la esperanza, le ha de haber surgido algo de confusión y duda.  “¿Qué tengo aquí que puede resolver mis problemas?  ¡No tengo nada!”

Pero, obedientemente, respondió a la pregunta de Eliseo.  “Solo tengo un poco de aceite.”  Pero, en las matemáticas celestiales ¡“solo un poco” es todo lo que Dios necesita!

Eliseo siguió a darle unas instrucciones:  “Consigue todas las vasijas vacías que puedas.  Pide a tus amigos que te las presten.  Luego entra en la casa y echa aceite en todas las vasijas.”  

¡La mujer obedeció y Dios actuó!  De su poco de aceite ella iba llenando cada una de sus vasijas y las vasijas prestadas… y este poco de aceite ¡no se acababa!  Ella se puso a vender el aceite y con este dinero pagó su deuda, salvó a sus hijos y ¡con el dinero que sobró pudo sostener a su familia!

¡Wow!  Hay varias lecciones importantes que podemos aprender de esta historia verdadera.

  • Cuando enfrentamos un problema, hay veces en que Dios nos pregunta:  “¿Qué tienes en casa?”  ¡El ya nos ha dado lo que necesitamos para resolver el problema…solo hay que reconocerlo!  Dile lo que tienes y luego escucha a sus instrucciones.
  • Eliseo le preguntó:  “¿Qué tienes en casa?”   Pero, lo que ella tenía en casa no era lo suficiente para resolver el problema: “solo un poco de aceite”.  No obstante, sí era suficiente para que Dios resolviera el problema.  Podemos tener la semilla de la resolución del problema en nuestras manos, pero, de allí, ¡necesitamos dejárselo a Dios!  Me recuerda de la historia de los panes y peces en el Nuevo Testamento  (Mateo 14:13-21, Marcos 6:30-44, Lucas 9:10-17, Juan 6:1-15) en que Jesús necesitaba darle de comer a 5000 hombres, sin contar las mujeres y niños.  En esta occasion él también le pidió a los discípulos que le dieran lo que tenían.  Lo único que podían encontrar eran unos panes y peces del almuerzo de un niño, pero, para Dios, esto era suficiente y ¡con ese poco alimentó a tanta gente!  Muchas veces Dios nos pide que demos le que tenemos, que hagamos lo que podemos y donde nosotros ya no podemos ¡él sí puede!  Hay que hacer lo que uno puede hacer y confiar que Dios hará lo que nosotros no podemos.
  • 3)      La mujer obedeció.  Así de simple.  Ella obedeció a las instrucciones de Eliseo, aunque probablemente sus instrucciones le parecían locas e ilógicas, ella simplemente obedeció.  Nosotros también necesitamos simplemente obedecer.
  • 4)      Otra cosa que a mi me impactó de esta historia es que cuando ella vendió el aceite el dinero alcanzó no solo para pagar su deuda, su problema o apuro original, pero ¡también alcanzó para llenar las necesidades de su familia!  Cuando Dios actúa, ¡él hace las cosas en grande, hace más de lo que esperamos y llena cada una de nuestras necesidades!


Así que, la próxima vez que enfrentas un problema, amiga, recuerda que:

¡“Solo un poco” de lo que ”tienes en tu casa”
es más que suficiente para que
Dios haga milagros en tu vida!

martes, 6 de septiembre de 2011

Bajando de Las Nubes

La otra noche estaba acostando a mi hija Ana de cinco años de edad cuando me empezó a expresar un temor que tenía que alguien iba a venir para robarle a ella y a sus hermanos.

Ana

Le comenté que esto no iba a pasar porque yo la estaba cuidando y no iba a dejar que nadie les hiciera daño pero que, aún más, Jesús estaba con ella y siempre la iba a cuidar. Me miró y dijo:

-“¿Y Él saca sus manos de allí?” En mi apuro de que simplemente se durmiera le contesté, “Sí”, sin haber entendido bien su pregunta. Sus ojos se hicieron más grandes y volvió a decir:

-“¿De verdad saca sus manos de allí?” Ya no pude ignorer su insistencia y pregunté:

-“¿Quién saca sus manos de dónde?”

-“Jesús, Él saca sus manos de las nubes para ayudarme?”

Wow! Nunca había yo pensado en Jesús sacando sus manos tal cual del cielo y estirándolos a la tierra en auxilio de sus hijos. Le contesté a Ana que si fuera necesario Jesús podría sacar sus manos del cielo para cuidarnos y protegernos, pero que también Él usa sus ángeles para hacer eso. Terminó tranquilo comentando:

-“Mamá cuando tú eras chica, ¿sentías a Jesús a tu lado? porque cuando yo me duermo siento que Jesús está aquí.” A la vez tocaba su manita en la cobija a su lado para demostrarme donde Jesús estaba.

Al otro día al abrir la Palabra de Dios en mi tiempo devocional leí:

"Extendiendo su mano desde lo alto,
tomó la mía y me sacó del mar profundo (de las muchas aguas).
Me sacó a un amplio espacio;
me libró porque se agradó de mí."
Salmos 18:16, 19

Ahora puedo contester mejor la pregunta de Ana. La respuesta es: ¡Sí!" Jesús saca sus manos del cielo y me protege porque su Palabra dice que Él envía desde lo alto, me toma y me saca de las muchas aguas. Cuando estamos al punto de hundirnos, cuando el agua ya nos llegó al cuello: los problemas, las dificultades, las pruebas y tentaciones, las confusiones, los compromisos y responsabilidades, los temores y preocupaciones, Dios estira sus manos y nos levanta, nos saca a un lugar abierto, libre, donde podemos movernos, correr, brincar y simplemente ser en medio de su gracia.

Luego, prendí mi computadora en esta misma semana para toparme con un video de una persona de Canadá que había estado grabando una tormenta que se acercaba. De un de repente, la nube tomó la forma de un rostro imponente. Mi primer pensamiento fue: ¡Es Dios!” Por supuesto, los comentaristas seculares buscaban desesperadamente a quién parecía la nube, incluyendo un mago de la serie de películas de Harry Potter.



Pero, en realidad era la demostración de la teología de Ana y el cumplimiento del siguiente Salmo:

“En mi angustia invoqué a Jehová,
Y clamé a Dios.
El oyó mi voz desde su templo,
Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.
Inclinó los cielos, y descendió;
Y había densas tinieblas debado de sus pies.
Cabalgó sobre un querubín (un angel) y voló;
Voló sobre las alas del viento.
Puso tinieblas por su escondero,
por cortina suya alrededor de sí;
Oscuridad de aguas, nubes de los cielos.
Envió desde lo alto; me tomó,
Me sacó de las muchas aguas.
Me sacó a lugar espacioso;
Me libró, porque se agradó de mí.
Salmos 18:6, 9-11, 16, 19

Así que, cuando más lo necesitas Jesús sacará sus manos del cielo, 
bajará de las nubes y allí estará…
¡tu Príncipe a tu lado!