Hace unas noches estaba leyendo una historia Bíblica a dos de mis hijas pequeñas antes de dormir. La historia se encontraba en una Biblia para niños con dibujos y lenguaje muy sencillo. Pero Dios usó la sencillez del lenguaje para impactar mi vida. Iba leyendo como si nada, ansiosa de acabar y poder descansar yo, cuando su mensaje fue como un rayo del cielo directo a mi corazón.
La historia era del profeta Eliseo (2 Reyes 4:1-7). En esta historia Eliseo se encuentra con una viuda muy triste quien le debe un dinero a un señor. Su preocupación es que si no paga ese dinero el cobrador ha amenazado con quitarle a sus hijos para volverlos en esclavos y asi cubrir la deuda. Pero, siendo una viuda no tiene un fuente de ingresos de donde pagar la deuda. Es posible que la deuda fue una inversión que habia hecho su esposo cuando estaba vivo y que él lo hubiera podido pagar sin problema con su mismo negocio, cosa que la mujer ya no tiene a sus disposición. O, cabe la posibilidad que la deuda era de los mismos gastos funerales de la muerte de sus esposo. ¡Imagina! Además de estar sufriendo la muerte de su esposo y haber quedado sola para criar a sus dos hijos en medio de una cultura en la cual, sin esposo, ella quedó sin trabajo, sin ingresos y sin protección, ¡ahora vive con la constante presión de pagar una deuda o perder a sus hijos también!
Así que, ella acude a Eliseo, habiendo escuchado que es un hombre de Dios. Eliseo la escucha con atención y luego responde con una pregunta que impactó la vida de ella para siempre, y la mía también:
“¿Qué tienes en casa?”
¿Qué tienes en casa? ¡Creo que con esta pregunta le surgió una gran esperanza en la vida de esta viuda! “¿Quieres decir que ya tengo la solución a mi problema en mis manos?” Junto con la esperanza, le ha de haber surgido algo de confusión y duda. “¿Qué tengo aquí que puede resolver mis problemas? ¡No tengo nada!”
Pero, obedientemente, respondió a la pregunta de Eliseo. “Solo tengo un poco de aceite.” Pero, en las matemáticas celestiales ¡“solo un poco” es todo lo que Dios necesita!
Eliseo siguió a darle unas instrucciones: “Consigue todas las vasijas vacías que puedas. Pide a tus amigos que te las presten. Luego entra en la casa y echa aceite en todas las vasijas.”
¡La mujer obedeció y Dios actuó! De su poco de aceite ella iba llenando cada una de sus vasijas y las vasijas prestadas… y este poco de aceite ¡no se acababa! Ella se puso a vender el aceite y con este dinero pagó su deuda, salvó a sus hijos y ¡con el dinero que sobró pudo sostener a su familia!
¡Wow! Hay varias lecciones importantes que podemos aprender de esta historia verdadera.
- Cuando enfrentamos un problema, hay veces en que Dios nos pregunta: “¿Qué tienes en casa?” ¡El ya nos ha dado lo que necesitamos para resolver el problema…solo hay que reconocerlo! Dile lo que tienes y luego escucha a sus instrucciones.
- Eliseo le preguntó: “¿Qué tienes en casa?” Pero, lo que ella tenía en casa no era lo suficiente para resolver el problema: “solo un poco de aceite”. No obstante, sí era suficiente para que Dios resolviera el problema. Podemos tener la semilla de la resolución del problema en nuestras manos, pero, de allí, ¡necesitamos dejárselo a Dios! Me recuerda de la historia de los panes y peces en el Nuevo Testamento (Mateo 14:13-21, Marcos 6:30-44, Lucas 9:10-17, Juan 6:1-15) en que Jesús necesitaba darle de comer a 5000 hombres, sin contar las mujeres y niños. En esta occasion él también le pidió a los discípulos que le dieran lo que tenían. Lo único que podían encontrar eran unos panes y peces del almuerzo de un niño, pero, para Dios, esto era suficiente y ¡con ese poco alimentó a tanta gente! Muchas veces Dios nos pide que demos le que tenemos, que hagamos lo que podemos y donde nosotros ya no podemos ¡él sí puede! Hay que hacer lo que uno puede hacer y confiar que Dios hará lo que nosotros no podemos.
- 3) La mujer obedeció. Así de simple. Ella obedeció a las instrucciones de Eliseo, aunque probablemente sus instrucciones le parecían locas e ilógicas, ella simplemente obedeció. Nosotros también necesitamos simplemente obedecer.
- 4) Otra cosa que a mi me impactó de esta historia es que cuando ella vendió el aceite el dinero alcanzó no solo para pagar su deuda, su problema o apuro original, pero ¡también alcanzó para llenar las necesidades de su familia! Cuando Dios actúa, ¡él hace las cosas en grande, hace más de lo que esperamos y llena cada una de nuestras necesidades!
Así que, la próxima vez que enfrentas un problema, amiga, recuerda que:
¡“Solo un poco” de lo que ”tienes en tu casa”
es más que suficiente para que
Dios haga milagros en tu vida!